Nuevos testimonios develan farsa en levantamiento de Locumba
> FARSA AL DESCUBIERTO. Testigo Percy Cabana (en la foto junto a Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia) revela datos oculto de levantamiento de Locumba.
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Escribe Graciela Villasis / agenciaperu.com
- Agenciaperu.com ha recogido los testimonios de Rubiños Lipa Alarcón y Percy Cabana González, dos de los soldados que formaron parte de la tropa que acompañó al ex comandante Ollanta Humala en la aventura sediciosa en Locumba, Tacna, del 29 de octubre del 2000.
- Esta es la primera vez, que ambos dialogan con un medio de comunicación, y lo hacen para revelar detalles inéditos de lo que ocurrió en la asonada que lanzó a la fama al ahora candidato presidencial.
- Cinco años después, sus recuerdos nos permiten develar que en el levantamiento de Locumba habrían participado oficiales vinculados al entorno más cercano de Vladimiro Montesinos: los generales Abraham Cano Angulo y Carlos Bardales Angulo.
- Como se recuerda, la carrera política del ex comandante Humala y su hermano Antauro comenzó hace cinco años, cuando ambos decidieron levantarse en Locumba, para protestar contra el régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, que se acababa de derrumbar.
DÍA UNO, 29 DE OCTUBRE
La madrugada del 29 de octubre del 2000 el entonces comandante Ollanta Humala Tasso ordenó a su tropa, de aproximadamente 60 soldados, abandonar el cuartel Arica en Locumba.
Uno de los soldados que participa de aquel “levantamiento”, Rubiños Lipa Alarcón, declaró sobre estos hechos a agenciaperu.com: “Éramos tres promociones, tres baterías las que salimos. La batería ‘Comando’, batería ‘Bravo’ y ‘Charlie’. La batería ‘Alfa’ no salió”.
Lipa Alarcón rememora aquellos tiempos de incertidumbre: “No sabíamos lo que íbamos a hacer, pero salimos del cuartel para hacer una especie de marcha de campaña o patrullaje en un lugar llamado Alto Alianza,  según lo que me dijeron los suboficiales y las órdenes que recibimos. Nada más”.
Veinte minutos después de iniciado el trayecto, cerca al poblado de Camiara, en Tacna, la comitiva hizo un alto. Ollanta Humala les presentó a los soldados a su hermano, el mayor en retiro Antauro Humala, y les informó sobre los verdaderos planes que ejecutarían esa noche.
Pero aquella no se trataba de una marcha de campaña más, sino de una rebelión. Humala los había engañado. En palabras de Rubiños Lupi: “Sólo nos dijo que subamos al toque al vehículo, que subimos, subimos lo que es municiones y víveres. No nos dijo la verdad”.
Agenciaperu.com recogió también el testimonio, inédito hasta ahora, del soldado Percy Cabana. Cabana aseguró que el ahora candidato presidencial “nos dijo que íbamos a reformar el Perú con todas las ideas que él tiene, que él que quiere que me acompañe o se quede”.
A diferencia del resto de sus compañeros, Percy Cabana fue el único soldado que conoció con dos horas de anticipación algunos detalles sobre el levantamiento que había planificado su ex comandante. Por eso, su testimonio resulta más que revelador, no sólo porque, además, él fue el chofer personal de Ollanta Humala, sino porque era un hombre que gozaba de toda su confianza.
El testimonio de Percy Cabana desbarata la versión que Ollanta Humala ha repetido todos estos años: que su levantamiento fue en protesta contra el gobierno de Fujimori y Montesinos.
Cabana recuerda que ningún oficial quiso apoyar a su ex comandante en la rebelión, y que por eso no le quedó más remedio que engañar a su tropa de soldados Él sabía perfectamente que ellos eran los únicos que no contravendrían sus órdenes. “Me lo dijo (lo de la rebelión) dos horas antes (…) Creo que  lo sabían varios oficiales de su unidad. Pero estuvieron conversando, se reunieron, bueno había un mayor, no me acuerdo, un capitán Isla, teniente, oficiales. El comandante (Humala) les comunicó a todos sus oficiales que creían en él. Pero a la hora ni uno de ellos, ni uno, estuvo”, afirma.
“Yo me fui a buscarlos a toditos. Me fui con la Wrangler a buscarlos, de acá, para allá. Fui a buscar a los oficiales pe’, para que vayan”, agrega.
En esos días, el jefe de la Sexta División Blindada y jefe del cuartel Arica, era el general Carlos Bardales Angulo, uno de los oficiales que gozaba de toda la confianza de Montesinos. Bardales es recordado por haber firmando la famosa acta de sujeción de Montesinos.
Todos los fines de semana el general Bardales se trasladaba a Tacna. Sin embargo, el día del levantamiento, el domingo 29 de octubre, Bardales se quedó en el cuartel. Ese domingo, en la madrugada el general se dio por notificado del levantamiento y decidió el mismo ir detrás del comandante rebelde.
Agenciaperu.com habló sobre el tema con el general Eduardo Fournier, ex jefe del departamento Contrasubversivo del SIN. Fournier indica: “La gente se sonríe cuando preguntan cómo el general va detrás de un comandante, de un soldado, para decirle ‘por favor regresa, no seas malo, no hagas eso’. Si tuvo la intención de persuadirlo, debió enviara otros elementos. Él no debió ir”.
Los soldados refieren que escucharon al general Bardales intentando disuadir a Humala. El ex soldado Rubiños Lipa declaró: “Se acercó el vehículo del general Bardales con el coronel Chaparro Beraud, y le dijo al comandante (Humala) que detenga esto, qué por qué estaba haciendo esto”.
“Lo que yo llegué a ver es que él (Humala) agarra, no sé cómo, y llega a sacar el revólver del coronel Chaparro, porque apareció con un revólver el comandante Humala, y le dijo que no iba a desistir, y lo apuntó al coronel”, añade.
Pero lo que ocurrió después revelaría que todo se trató de un montaje, una puesta en escena, una actuación para la tropa. Percy Cabana aseguró que vio a Bardales conversando con Humala, quien luego “lo invitó a ser líder de la revolución. Creo que el general no aceptó, pero estaba con nosotros”.
El general que supuestamente se fue a detener al  comandante insurrecto se dejó secuestrar. El soldado Cabana lo recuerda muy bien, porque él fue quien manejó la camioneta que después transportó al general Bardales durante dos días:
¿Siente que el general Bardales, a su juicio, estaba secuestrado?
No estaba secuestrado. Por su propia voluntad estaba ahí.
¿En esa camioneta quiénes iban?
Atrás estaba el general Bardales, adelante estaba un suboficial, atrás estaba un soldado junto con el general Bardales.
¿Estaba tranquilo el general?
No. Estaba asustado.
¿Estaba en el carro que tú conducías?,  ¿cuánto tiempo estuvo con ustedes?
Algo de dos días.
¿Cuánto tiempo los acompañó el general Bardales?
Todo ese día, toda esa tarde, toda la noche hasta el otro día casi hasta el oscurecer.
Mientras la mayoría de soldados pensaba que habían secuestrado al general Bardales, Percy Cabana escuchaba una versión distinta: él afirma que Ollanta Humala “había invitado” al general Bargales “a ser líder de la revolución, o de lo que estaba haciendo, por lo tanto nos iba acompañar (…) Hasta Calacoa”.
Así es. Ollanta Humala le mintió a su tropa. Primero, los convenció de rebelarse contra los abusos del general Bardales. Luego, inexplicablemente, invitó al mismo general que los explotaba a liderar su revolución.
Con Bardales a bordo, la expedición continuó su trayecto hacia el asiento minero de Toquepala, en busca de provisiones. Rubiños Lipa recuerda: “Ahí nos dio temor, casi todos decían que nos iban a atrapar otras unidades de otros cuarteles, y mi amigo, en su radio, escuchaba que habían salido otras unidades de Arequipa a buscarnos, a los remanentes de Locumba”.
A las 5:45 de la mañana del 29 de octubre, el comandante Humala tomó por asalto parte de las instalaciones de la mina de Toquepala, donde permaneció siete horas. En el ínterin exigió víveres para sus hombres y tres vehículos, con sus respectivos choferes, quienes se convirtieron en sus rehenes durante algunas horas.
Antes, desde la oficina de Asuntos Internos, Ollanta Humala llamó por teléfono a Radioprogramas para leer una proclama y exigir la renuncia de Alberto Fujimori a la Presidencia.
Rubiños Lipa Alarcón asegura que los integrantes de la tropa que inicialmente acompañaba a Humala “empezaron a desertar de a pocos. Desde Toquepala comenzaron a desertar. Primero los reenganchados, los soldados, luego seguía yo”.
Calacoa fue el último paradero de Lipa Alarcón y otros soldados más que decidieron, antes de las veinticuatro horas, desertar de una rebelión a la que los habían arrastrado. Sólo el leal Percy Cabana acompañó a su comandante hasta el final.
Cabana indica: “Los helicópteros ya nos estaban correteando. Fue ahí donde la gente se asustó, los soldaditos se asustaron. De ahí, otra vez, les dijo el comandante. Les volvió a decir si quieren váyanse”.
Un mes antes de su revolución, el propio Fujimori había anunciado el recorte de su mandato presidencial y convocado a nuevas elecciones.
A las 10:52 de la mañana de ese mismo día, Vladimiro Montesinos fugaba en el velero Karisma. Antes, había llamado desde su celular 9970 8099 al Fuerte Arica,  y por la tarde volvió a comunicarse tres veces más al cuartel del que había salido Humala concentrando la atención de la prensa.
DÍA DOS, 30 DE OCTUBRE
Al segundo día de la rebelión quedaron sólo 14 de los 60 sublevados. Ya había amanecido, y el contingente al mando de los hermanos Humala decidió separarse. Ollanta se dirigió hacia el norte con apenas 7 soldados y el general Bardales; mientras que Antauro se fue hacia el Sur, con tres soldados y un suboficial.
En ese momento entra en escena otro personaje vinculado a Vladimiro Montesinos, se trata del general Abraham Cano Angulo, compañero de promoción de Vladimiro Montesinos y procesado por los delitos de enriquecimiento ilícito en complicidad con el ex asesor. Actualmente, Cano se encuentra con arresto domiciliario.
El general Cano fue el jefe de Ollanta Humala en Arequipa un año antes de la rebelión. En ese año, todo el Ejército sabía del nexo que unía a Cano y a sus hombres con  Montesinos.
Consultado por agenciaperu.com, el general Juan Lira Torres, ex jefe de Humala en Huancayo en 1999, indicó que el ahora candidato presidencial trabajó en el Estado Mayor de la región, junto al general Abraham Cano Angulo, a Arequipa. Lira recuerda que el cambio, sorpresivo y sin su pedido, se realizó el 1 de julio de ese año
Según las reglas castrenses, para que Ollanta Humala fuera trasladado a Arequipa debieron haber intervenido el entonces comandante general del Ejército, Javier Villanueva Ruesta (un incondicional colaborador de Montesinos), y el propio jefe de la Tercera Región militar, Abraham Cano Angulo. Ambos están recluidos por ser parte de la red de corrupción.
La relación entre Cano y Humala fue cercana. Al punto que en 1999, Cano calificó a Humala como sobresaliente.
Y fue el propio Cano, jefe de la Tercera Región Militar, quien al segundo día de la rebelión ordena la salida de los helicópteros para buscar a los sediciosos. Su orden fue buscar a los hermanos Humala por tierra y aire. Esta acción se parece mucho a la búsqueda que realizó Fujimori a Montesinos: un show para los medios.
Mientras esto ocurría, el general Bardales, el supuesto rehén, increíblemente se preocupaba porque los hermanos rebeldes tuvieran con qué defenderse. El testigo Percy Cabana recuerda: “El general le decía ‘¿pero, puta, tiene balas?’ Estaba pues mosca, ¿no? (…) Quería que nos podamos defender. ‘Cuidado muchachos, tengan cuidado, tienen balas, ¿no?’”.
La búsqueda falsa, ordenada por Cano, se intensificó. Varias unidades móviles, centenares de soldados y varios helicópteros sobrevolaban el desierto sin poder encontrar a los hermanos Humala y al reducido grupo de soldados que aún los acompañaban.
El general Eduardo Fournier, ex jefe del departamento contrasubversivo del SIN opina: “La zona para el desplazamiento por tierra es muy difícil, es un tanto accidentado, pero limpia, no hay vegetación, de manera que si va un helicóptero puede detectar a la gente que está abajo. Es fácil de ubicar”.
Precisamente, el soldado Percy Cabana cuenta: “Cuando el helicóptero estaba aterrizando, la idea del comandante era tomar el helicóptero. O sea, se cuadró, se bajaron dos soldados, y ahí hubo un griterío. ‘Acá están, acá están’, y al toque corrieron y se fueron,  y ahí al toque se alejaron. Ahí fue donde dejamos al general en ese pueblito”.
Alrededor de las 5:30 de la tarde del 30 de octubre, Ollanta Humala decidió dejar al general Carlos Bardales Angulo, el supuesto rehén, en el poblado de Ilabaya. Su decisión fue sospechosa: si el levantamiento hubiera sido real, Bardales hubiera podido servirle como arma de negociación.
Según Percy Cabana, la despedida entre Ollanta Humala y el general  fue cordial: “Le dijo hasta luego mi general. ‘Ya nos vemos muchachos’, respondió. Ahí el comandante: ‘hasta luego mi general: yo te voy a mandar la llave y después se la mandó con un caballero’. (…) Y más tranquilo, cuando le dijo ‘usted se queda hasta acá nomás’ se puso a reír”.
El testimonio de Cabana coincide con la investigación que realizó la Inspectoría del Ejército en el 2001, que señaló que la actitud del general Bardales fue muy condescendiente con el comandante rebelde. Por esa razón Bardales fue relevado de su puesto en Locumba.
> REVELADORES TESTIMONIOS de Rubiños Lipa y Percy Cabana, ponen al descubierto oscuros propósitos de Ollanta Humala.
DÍA TRES, 31 DE OCTUBRE

Al tercer día, Ollanta Humala abandonado por su tropa y con apenas tres soldados, se vio obligado a dejar sus armas a medio camino. Percy Cabana recuerda aquellos momentos: “Como ya estábamos cansados, me ordenaron enterrar seis rifles, porque los soldaditos ya no podían ni con sus cuerpos”.

DÍA 4, 1 DE NOVIEMBRE
A diferencia de lo que entonces Ollanta Humala contó a la prensa, el levantamiento no terminó heroicamente rindiendo las armas, sino en una confusa huida con su esposa Nadine y su hermano Ulises.
El operativo montado por el general Cano sólo sirvió para que el comandante rebelde contactará con su esposa y su hermano, quienes lo protegieron hasta el final, el 1 de noviembre.
En sus declaraciones a este medio, Percy Cabana, soldado y chofer de Ollanta Humala en Locumba, aseguró que la “revuelta” culminó cuando el ahora candidato presidencial se encontró con su hermano Ulises Humala y su esposa, Nadine Heredia.
Relata Cabana: “De ahí no sé cómo volteo y la mira con su esposa. Yo sólo lo mire a él al señor Ulises y la señora Nadine, primero cómo estábamos disfrazados con nuestras polleras para que no lo reconociera. El comandante se subió con ella en un taxi. Me dijo espérame en tal hotel. Yo me quedé en el hotel”.
Cuando el ex comandante se subió al taxi, terminó la insurrección. “Ellos llamaron al hotel donde estaba y me dijeron que vaya a tal Iglesia. Me acerqué, y la señora pagó el taxi y Nadine sólo dijo gracias”, relató Cabana.
Después de ese encuentro, Percy Cabana no volvió a ver a su ex comandante.
Las imágenes que algunos canales de televisión mostraron, en las que aparecen los hermanos Humala, marchando con campesinos de la zona, corresponden a la segunda parte de lo que fue el levantamiento.Agenciaperu.com conversó con otro reservista, José Segura, quien afirmó que se acopló a ella “cuando ya los soldados no estaban, ya no había ningún soldado cuando yo llegué”.
Mientras Ollanta descansaba escondido junto a su esposa Nadine y su hermano Ulises, Antauro, el más radical de los hermanos, era él único que seguía firme con su rebelión, y durante cinco días logró que nuevos reservistas se unieran a su asonada.
Por ejemplo, el licenciado José Segura, otro de los consultados, cuenta que sólo encontró al mayor en retiro, Antauro Humala liderando la revolución: “Al  día siguiente de llegar a Calacoa me encuentro con Antauro Humala. Yo me integro al batallón de reservistas acá en Calacoa, el primero de noviembre. De ahí me integro con los reservistas de Tacna, Arequipa y Moquegua”.
Sólo cuando la prensa informó que los reservistas de varios departamentos se habían sumado a su causa, y que este contingente se había multiplicado, Ollanta Humala abandonó su cómodo descanso y, después de algunos días fue al encuentro de Antauro.
Esta es la verdadera historia del levantamiento que se inició en Locumba. La asonada militar comandada por el ex comandante Ollanta apenas duró tres días y medio. Antauro siguió con los reservistas tres semanas más, hasta que los dos hermanos se entregaron el 11 de diciembre del 2000, en  el pueblo de Calacoa en Moquegua.

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