La chispa: Entrevista a Marcela Quero: Conocimiento, Privatización y Precarización

Publicado en 22 Mayo 2011 por lsilva
Marcela Quero es licenciada de la carrera de Antropología Social de la Universidad de Chile, se ha hecho parte de diversas experiencias sobre los temas de docencia, conocimiento y acreditación. Hoy es parte del Centro de Estudios Sociales Construcción Crítica (CESCC) y trabaja en el departamento de Antropología. Desde la Chispa conversamos con ella sobre las condiciones actuales del proceso de mercantilización educativa y su impacto  en el desarrollo del conocimiento, la docencia, la investigación y la extensión.
Por Luis Silva
Una manifestación concreta del proceso de privatización y mercantilización de la educación superior son las condiciones actuales del desarrollo académico, principalmente el tema de la investigación, ¿Podrías describir este proceso en las condiciones actuales de la educación?
La investigación y la academia se han orientado cada día más a desarrollar las temáticas que demanda el mercado laboral y no hacia la transformación de las condiciones actuales de la sociedad como: la desigualdad de clases, la explotación de los trabajadores, la precariedad del sistema público de salud y de educación, el deterioro del medio ambiente, entre muchos.
Actualmente, lo que interesa para la universidad en general y una carrera en particular no es el tipo de investigación que se desarrolle, ni cómo, ni de qué. Lo que importa son las cifras, es decir, cuantos artículos están indexados, cuantos proyectos se han adjudicado los cuerpos académicos, cuantos doctores y post doctores tiene una unidad académica, cuántos libros y revistas se han publicado. Eso mismo es lo que comienza a evaluar el Estado cuando se generan los procesos de acreditación hacia 1998. Por el contrario, no evalúa la pertinencia ni la relevancia de dichas investigaciones.
Por otro lado, la investigación está separada de las labores de docencia y extensión, no existe una integración entre las tres funciones. Peor aún, si vemos el panorama de la educación superior en general en donde existen universidades que sólo hacen docencia.
Tú has tenido experiencia a nivel de investigación y en tu quehacer profesional con los procesos de innovación curricular ¿Cómo han sido llevados estos procesos en nuestra universidad y cuál es su significado para la profundización del proceso de mercantilización de la universidad?
Estos procesos de innovación curricular comienzan en la Universidad de Chile en el año 2006 con el nombre de Reforma del Pregrado. Se esperaba que fuera una reforma general en la universidad, pero sólo algunas carreras comienzan a iniciar cambios en sus mallas curriculares y planes de estudios, con muchos problemas y resistencias tanto de estudiantes como de profesores. Transcurridos 5 años se puede observar que es un proceso que ha tendido más bien al fracaso, pero, a pesar de ello, aún es un objetivo estratégico de la universidad.
En primer lugar, es una reforma que es impulsada por el nivel central de la universidad, en donde no se hace parte a la comunidad de la reflexión y la necesidad de cambiar el pregrado. Es justamente la comunidad quien tiene que llevar a cabo la reforma, sin embargo, no es ella la que decide y piensa que es necesario hacerlo y cómo y de qué manera hacerlo.
En segundo lugar, se le agrega a ello, que en varias ocasiones no es la comunidad quien hace la reforma sino que vienen otros a diseñar e implementar dichos cambios. Como la universidad ya no recibe aportes fiscales directos suficientes para que ella misma realice sus propias transformaciones y ahora tiene que postular a convenios de desempeño, las facultades y carreras en muchas ocasiones se ven limitadas a hacer un concurso y lanzar una licitación por chile compras, para que “expertos” vengan a reformar los planes de estudio. Vemos entonces una división del trabajo basada en los “expertos” aquellos que piensan y diseñan las mallas curriculares en relación con aquellos que deben llevar a cabo efectivamente la reforma: los profesores y los estudiantes.
En tercer lugar, estos cambios en los planes de estudio vienen a hacer transformaciones cosméticas sin un impacto verdadero en las prácticas cotidianas de enseñanza aprendizaje. Es un cambio de forma y no de fondo. Ahora en el papel, en la página web, se declara que las carreras tienen una malla por competencias, pero tal cambio ha consistido en mover ciertos ramos para allá y otros para acá, darle un mejor orden al plan de estudio, quitar ramos y moverlos a los posgrados, y declarar que en tal ramo se desarrolla tal competencia y que logra tal nivel de habilidad. Sin embargo, siguen existiendo las mismas prácticas cotidianas dentro del aula, los profesores y estudiantes siguen enseñando y aprendiendo de la misma manera y pasando los mismos contenidos. Es decir, los que se benefician con esto no es la universidad, ni los profesores ni los estudiantes, sino esos “expertos”, las consultoras y agencias acreditadoras que diseñan estéticamente los planes de estudio. Ello ha contribuido a crear un pequeño mercado de la innovación curricular.
Ahora si fijamos la mirada un poco más allá, nos damos cuenta que esta es una reforma que la impone el Estado (sabemos de todas formas que los rectores y autoridades de la Universidad de Chile siempre han sido parte o por lo menos han sido consultados sobre las políticas educacionales que el Estado lleva a cabo) con por lo menos los siguientes dos objetivos políticos: homogenizar el pregrado en la Educación Superior en Chile y hacer coherente lo que se enseña en la universidad con las demandas del mercado laboral. El primero de ellos implica avanzar hacia las indistinciones de los pregrados de todas las universidades del país tanto públicas como privadas. Ello se lleva actualmente a cabo mediante las herramientas políticas como el Mecesup y la acreditación, que dentro de sus parámetros evalúan los planes de estudio desde un modelo curricular específico, el modelo por competencias. De esta manera todas las universidades deben adaptarse a dicho enfoque curricular para ser acreditadas o para ganarse un convenio de desempeño como el Mecesup. Así, a nivel discursivo se podrá afirmar que la formación de la Universidad San Sebastián, de la Universidad de los Andes, de la Diego Portales o de la Universidad de Chile es la misma.
El segundo objetivo político, para referirnos de inmediato a niveles concretos, se observa en la incorporación de las percepciones de los empleadores al momento del proceso de autoevaluación en la acreditación de las carreras. No basta con realizar encuestas y focus group a los estudiantes, académicos y egresados para saber cómo evalúa la comunidad a la carrera, sino que se incorporan también a los empleadores, con el propósito de saber cuáles son las competencias específicas que resaltan en los egresados de tal universidad y cuáles son las demandas específicas de ellos con respecto a los futuros profesionales. Así entonces se integran tales demandas a los planes de estudios con el objetivo -siempre declarado en estos procesos- de armonizar la universidad con las demandas de la sociedad. Pero la sociedad no es el mercado laboral, ni las demandas que tiene este sector sobre la universidad. Lo que necesita la sociedad de la universidad es ser agente crítico y transformador, de la desigualdad de clases, de las injusticias, de la miseria del pueblo.
En general, la innovación curricular es uno de los ejes del proceso de “modernización de la universidad” (ya no de la “modernización del Sistema de Educación Superior”) que es más bien la profundización a nivel interno, institucionalmente, de la privatización y mercantilización de la universidad.
En el último tiempo se ha venido trabajando el concepto de capitalismo académico dentro de la literatura sobre educación superior ¿Qué significa concretamente este concepto y como se puede ver prácticamente en la U. de Chile?
Este concepto es acuñado por Slaughter y Leslie en 1997 en Estados Unidos, el cual intenta interpretar las nuevas transformaciones que sufre la universidad en el contexto de una globalización neoliberal. Este concepto tiene como objetivo explicar varios fenómenos pero, en general, hace referencia a la vinculación de la universidad con el mercado, ello específicamente por la disminución de los aportes del Estado y la consecuente necesidad de obtener recursos externos. A su vez también, por el interés político de las empresas de orientar la investigación a productos que demandan su desarrollo. Otros fenómenos a los que hace referencia es a la división y organización del trabajo académico, a la introducción de los mecanismos de gestión de la empresa a la universidad, entre otros.
En la Universidad de Chile, si se pueden observar estos fenómenos, como por ejemplo, el vínculo que existe entre las empresas mineras y la Facultad de Economía y Negocios. Pues este vínculo no es solamente en torno a becas y visitas a terreno a las dependencias de las mineras, muchas veces estas mismas, financian proyectos de investigación en la universidad para desarrollar las necesidades de la empresa. Así, se paga por la producción de conocimiento realizado, y observamos, cómo la orientación de la investigación académica cambia.
Otro ejemplo, es la división del trabajo académico dentro de la universidad, unos se dedican a realizar tareas administrativas y de gestión y otros a producir conocimiento avanzado. Por otro lado, se introducen progresivamente una estratificación y jerarquización en el cuerpo académico en torno a los objetivos cumplidos y su consecuente bonificación: aquellos que producen más, es decir, artículos indexados, investigaciones, etc. son los que reciben mejores sueldos.
En torno a la vinculación de la universidad y el mercado lo podemos observar en cómo se introduce en la innovación curricular a los empleadores, en el contexto de los procesos de acreditación.
Ahora, para ocupar este concepto en Chile hay que ser cuidadosos, pues este es un concepto creado para explicar una realidad que no es la nuestra. Chile tiene una historia particular en torno a cómo se ha desarrollado la educación superior. Un fenómeno específico, por ejemplo, a nivel latinoamericano, es que Chile fue el primer país en aplicar las reformas neoliberales propuestas por el consenso de Washington, proceso que se da con posterioridad en los demás países vecinos.
Un aspecto que también has trabajado ha sido la discusión sobre la extensión universitaria, ¿Cuál es tu análisis con respecto a este tema y cuales sería el ideal de la extensión universitaria?
Actualmente, se entiende la extensión universitaria principalmente como aquellas prácticas que tratan sobre la divulgación del conocimiento científico producido en la universidad mediante charlas, foros, mesas redondas, creación de redes académicas entre distintas universidades, el tener un centro de comunicaciones y página web.
Por otro lado, ahora en los últimos años, a la extensión universitaria se le ha comenzado a llamar con otro nombre, “vinculación con el medio”, entendiendo por ello, no solamente la divulgación del conocimiento científico, sino que también entendiéndolo como la necesidad de vincularse con la sociedad. Ya veíamos en las preguntas anteriores que esa vinculación con la sociedad se da, en términos concretos, más bien con el mercado laboral.
Sin embargo, el sentido de la extensión debiese ser aquél que permite un análisis crítico de la sociedad con el fin de ayudar a influir en la transformación de la vida social. En donde se refleje las labores de docencia e investigación, pues no podemos producir conocimiento sólo para la academia, ello carecería de utilidad práctica.
Como veíamos en las preguntas anteriores el conocimiento no es neutro, esta permeado por intereses: hay objetivos específicos en la vinculación de la universidad con el mercado laboral y la empresa. Por ello, en la universidad se debe avanzar en crear una nueva política de extensión con objetivos acordes a un análisis crítico de la sociedad que es una sociedad desigual en donde existen clases dominadas y explotadas y que son la mayoría en este país.
Frente al panorama actual ¿cuáles serían las soluciones, según tu opinión, al tema de la investigación y la academia en la universidad?
Primero orientar el desarrollo académico hacia el análisis crítico de la sociedad, observamos en Chile la enorme desigualdad de clases, en todos los ámbitos, educacionales, en salud, vivienda, en el trabajo, hasta en el aire que respiramos, como es el caso de la Escuela de la Greda en la comuna de Puchuncaví. Dicha desigualdad tiene sus raíces en la estructura y funcionamiento cotidiano de la vida económica y se mantiene por las instituciones sociales y jurídicas actuales. Eso hace necesario que aquellos que realizan labores académicas tomen una posición en su quehacer profesional y de investigación frente a la sociedad. Lo mismo para los estudiantes, en sus trabajos, en sus preguntas dentro de la clase, en sus pruebas, en sus organizaciones, y en la vida cotidiana universitaria en general.
Luego, se debiesen integrar las labores de investigación y docencia junto a las de extensión, todas debiesen tener un correlato entre ellas. Por ejemplo, en nuestra universidad no son reconocidas las horas ocupadas en extensión universitaria. Trabajar con organizaciones sociales, crear el conocimiento en conjunto con los actores sociales con los que se trabaja, identificar las problemáticas en conjunto con ellos, transformarlos en verdaderas herramientas para ellos y que posteriormente no dependan tanto de las soluciones que eventualmente se pudiesen entregar, sino que les permita a ellos también generar sus propias soluciones.
Pero todo ello, significa algo mayor, una universidad pública que actualmente no existe, entonces la tarea es omenzar a crearla.

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