Los sepultureros del euro llaman a la puerta de Italia

Michael R. Krätke
sinpermiso.info

La tercera mayor economía de la Unión Europea podría perder pronto su credibilidad crediticia en los mercados financieros internacionales y ser candidata al programa de rescates europeo.  

Puntuaciones tan brillantes en el terreno económico como la que obtienen los alemanes hace tiempo que no las consiguen los italianos. Con todo, la séptima economía del mundo vivir con ello tranquila. Mientras a los mercados financieros no les entre un ataque de histeria y los bancos italianos sigan comprando los bonos de su estado, la deuda resulta soportable. Desde comienzos de esta semana, no obstante, todos los acuerdos existentes hasta la fecha han perdido su validez: las agencias de calificación le dan una reprimenda al país, los inversores huyen despavoridos, las acciones de los grandes bancos romanos se desploman y el pánico cunde en las bolsas. Los intereses, los cargos por riesgo y las tasas de retorno para los bonos del estado italiano se disparan al alza. Grecia, Portugal e Irlanda son pececillos en comparación con el pez gordo que es Italia, que desde este momento se encuentra en el punto de mira de los mercados financieros.
Unos buenos 1’84 mil millones de euros en bonos del tesoro italiano están actualmente en circulación. En comparación, España, la cuarta economía de la zona euro, sólo cuenta con 0’65 mil millones de euros. Se trata principalmente acreedores italianos que han prestado dinero a su república; sólo 262 mil millones de euros, menos el 15% de esta deuda estatal, se encuentra en la cartera de los bancos extranjeros, entre ellos instituciones francesas que, con bonos por valor de 98 mil millones, poseen la mayor parte de la deuda en manos extranjeras. Los bancos alemanes tienen mucho menos: unos 36 mil millones. Sin embargo, sin ellos, los Bad Banks se limitan a ir aparcando bonos basura. Así y todo, no hay ninguna razón para agitarse.
Hasta fines de 2011 deben empero financiarse 177 mil millones de euros, que en 2012 serán unos 245 mil millones y hasta finales de 2014 alcanzarán los 700 mil millones. En vista a estas considerables obligaciones financieras, el ministro italiano de Finanzas Tremonti ha de comenzar a preocuparse por si los mercados financieros comienzan a apostar al alza. Hay no obstante pocos motivos para que se extienda el pánico: Italia no está afectada por ninguna crisis inmobiliaria ni bancaria, ni tampoco está sobreendeudada, como ocurre en España. Para el gobierno en Roma, por desnortado que sea, el enorme desempleo juvenil sigue siendo de lejos un problema peor que la deuda del estado.

El reciente programa de austeridad del ministro de Finanzas Gulio Tremonti –que recién ha adoptado el gabinete– contempla un ahorro de 40 mil millones de euros, que no obstante se aplazará hasta después de las próximas elecciones al parlamento en el 2013, pero será poco más que migajas si los intereses y sobrecargos por riesgo para los bonos italianos comienzan a dispararse como en las semanas anteriores. Aunque Italia pueda garantizar en los próximos meses el pago de sus bonos, será sólo al precio de acumular una montaña de deuda que alcanzará el cielo. Los fiadores de Europa sólo pueden esperar que sus gobernantes vean los signos del incendio que se avecina y comprendan que la crisis financiera está muy lejos de haber terminado. A partir del momento en que Italia se encuentre en el punto de mira de los acreedores y los mercados internacionales, el tamaño de cualquier programa de rescate será inconmensurable. La única liberación posible para los países de Europa está al alcance de la mano: los eurobonos deben ahora competir con los bonos del tesoro estadounidense de manera eficaz. La zona euro necesita una política financiera, una estructura fiscal y un mercado común para los bonos públicos; de lo contrario puede ir despidiéndose del euro. De la retórica anticrisis de nuestras élites, que de nada ayuda, sólo se aprovechan los quebrados estados anglosajones.

Michael R. Krätke, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.
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