Significado Sagrado de indígenas Cara Pinturas: 22 Caras pintadas que cuentan historias

Nicaragüa:Aquellos…eran los verdaderos revolucionarios

Rodolfo Pérez García | Opinión

Estamos celebrando un año más de la Revolución nicaragüense, encabezados por aquellos verdaderos revolucionarios sandinistas, los que en ese momento no se habían contaminado con el maléfico virus del poder y la corrupción, los muchachos con las caras limpias y las bolsas de sus pantalones raídos, llenas de sueños y esperanzas para una nueva Nicaragua. Estaban motivados por una verdadera mística, nadie recibía ni un centavo a cambio de su valor, su sacrificio y su sangre, al igual que los soldados del pequeño ejército loco del General Sandino; solo la patria motivaba su motor revolucionario, fuimos el ejemplo del mundo, no solo se cambiaron hombres en el poder, sino un cambio de sistema que había ordenado Carlos Fonseca.
Antes del triunfo de la revolución, declararse sandinista era un sacrilegio frente al sistema, proclamarse revolucionario significaba una condena de muerte segura, ser joven idealista y con los codos chimados por los entrenamientos guerrilleros tenía una trascendencia que sobrepasaba la fortaleza de cualquier hombre o quien se dijera ser hombre.
Ser revolucionario significaba humildad, entereza, verdadera solidaridad cristiana, la que hace capaz a un ser humano de despojarse de todos sus bienes materiales para ayudar al prójimo, no era fácil para quienes querían liberar a este país de la dictadura oír rechinar las llantas de los jeeps anaranjados siguiéndolos por la calles tenebrosas de la represión, había que tenerlos bien puestos para aceptar el reto de morir por los demás, había que comprometer toda una vida por la esperanza de un sueño eterno de transparencia, honestidad, igualdad para todos, todos asumieron el juramento revolucionario de defender los derechos humanos, lo que motivó a todo un pueblo a cambiar el estado de las cosas eran las violaciones constantes a la vida y las ideas de parte de la familia Somoza, aquella que se adueñó de Nicaragua, se apropió de todos los negocios, sumó millones con los fondos destinados al pueblo terremoteado y con la excusa de ayudar a los pobres se enriqueció a costa de tanto llanto, su familia vivía en la gloria y los protegía un ejército y una policía dócil y serviles, los defendían ciegamente y no permitían que nadie en la sociedad criticara a su comandante en jefe, eran reprimidos aquellos que se atrevieran a protestar.
El valor de los revolucionarios, los muchachos, los guerrilleros, era inimaginable, con pocas armas, con piedras y hasta con sus propias manos se lanzaron a la lucha, no por un botín de guerra como los legionarios romanos, no por un puesto o un hueso suculento que permitiera succionar hasta la última gota de corrupción a costa de la pobreza de todo un pueblo, …“los héroes no dijeron que morían por la patria…sino que murieron”. 
Una vez alcanzado el triunfo las cosas tomaron dos rumbos, aquellos que se retiraron a su vida civil, esos revolucionarios que siguieron apoyando el proceso sin recibir nada a cambio, otros que se mantuvieron en las filas de las fuerzas armadas y las instituciones del nuevo Estado revolucionario ganando una miseria y dando miles de horas a la consolidación de la nueva sociedad, y aquellos que una vez afincados en un buen puesto comenzaron su rapiña de saqueo a las arcas del estado, unos superaron con creces a la dinastía somocista, dejaron literalmente en la calle las bodegas de sueños de los pobres redimidos, repartían tres y se quedaban con siete, solo así se explica el nacimiento de los nuevos millonarios de izquierda, esos mismos que destruyeron de nuevo a Nicaragua, lamentablemente volvieron al poder, con nuevos amos extranjeros y con las manos llenas de millones para enriquecer a sus familias por encima de la sangre de los caídos en las luchas pasadas, ahora, en el poder y con el dinero para comprar conciencias ; muchos ahora se llaman revolucionarios, incluso aquellos que recibieron nuestras balas por querer acabar con nuestra existencia, somocistas de línea, derechosos extremos y fanáticos, aquellos que en su vida supieron lo que era una revolución, ahora todos ellos se llaman revolucionarios, agitan alegremente la bandera de Sandino traicionada, llenan plazas, visten camisetas regaladas y de un color satánicoque nada tiene que ver con la izquierda, es fácil ahora llamarse revolucionarios a cambio de una placa, de lámizas de zinc, de un chancho, una vaca y unas pocas gallinas, ¡qué vergüenza para los caídos!, hoy, a un aniversarios más de la revolución que nos quitó sangre y familiares, ya casi nada queda de los sueños, los verdaderos revolucionarios quedaron enterrados, tan olvidados están que ya no salen ni en la propaganda de la nueva dinastía, ¡esos, aquellos…eran los verdaderos revolucionarios!