LA SOCIEDAD CONDENADA
¿Seremos capaces de evitar que esto se convierta en algo fatal, irreversible?
“Cuando se percate de que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias mas que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.”
AYN RAND (1905-1982)*
“Te invitamos a reír más…” concluye una conocida comentarista de MVS…y, claro que sí, quién puede negar que la risa no sólo promueve la producción de endorfinas, sustancias que nuestro cuerpo produce y que no sólo fortalecen el sistema inmunológico sino que generan una sensación de bienestar al liberarnos del estrés cotidiano…
Igualmente, quién puede oponerse a las recomendaciones a las que se ha reducido la inmensa responsabilidad de la Secretaría de Salud y otras instancias oficiales cuando aconsejan a l@s ciudadan@s: “…no olvide acudir al médico”, “consuma frutas y verduras”, “abríguese bien”, etc etc etc, en un país donde un inmenso porcentaje de mexican@s no se puede dar el lujo ni de pagar una consulta médica, ni de adquirir productos que, como las frutas y las verduras, están fuera del alcance del salario miserable que perciben millones de trabajador@s …
Por supuesto que no podríamos estar más de acuerdo en que necesitamos reír más, que debemos alimentarnos bien, ir al médico, etc, etc… todos los seres humanos tenemos el inalienable derecho de ser felices o, por lo menos, vivir en un entorno que nos permita buscar momentos de felicidad. El asunto aquí es simple y, a la vez, complejo: ¿de quién depende la construcción del entorno, de las condiciones en las cuales se desarrolla nuestra existencia?
El contrato social que no es otra cosa que el pacto establecido entre gobernados (mandantes) y gobernantes (mandatarios, ergo, los que obedecen), se establece para que los que producimos la riqueza, aportemos en forma de impuestos, cierta cantidad de dinero con el fin de que sea invertido en servicios e infraestructura que sirvan, precisamente, para la construcción del entorno en el cual podamos cristalizar nuestras aspiraciones a una vida feliz, digna, que es finalmente, por lo que luchamos los que no queremos seguir siendo muertos en vida o convertirnos en ellos.
Desde su primera concepción, la República (res publica: la cosa pública), ha adolecido siempre de los síntomas propios de la codicia, la discriminación, la ignorancia y la prepotencia de miembros de las élites, llámense Platón, Aristóteles, Cicerón, Julio César, los senadores de la antigua Roma, los miembros del parlamento inglés durante el reinado de Enrique VIII o la actual monarquía británica, española o sueca…o bien, los que en otros continentes y usurpando posiciones que no ganaron, han sido instalados en los puestos de servicio público merced del poder omnímodo del dios “dinero”. Sólo hay que comparar los métodos del antes y el ahora en cuanto a la forma como se manipulaba al que era –y sigue siendo– desdeñosamente calificado como “populacho”, o el abuso que de la ignorancia por ellos mismos fomentada, han perpetrado miembros de la jerarquía eclesiástica ligada estrechamente con los potentados de las diferentes épocas de nuestra tan accidentada historia.
Es de muchos conocido que durante el Oscurantismo y el Medioevo, una las fuentes de consuelo –no de gozo—ante el ambiente de terror y crueldad impuesto por los poderosos, fue la religión, pues era lo ùnico que les quedaba a miles de seres humanos condenados a una miseria material de mera sobrevivencia, bajo la promesa de paraísos, siempre, claro está, que aceptaran con vaticana resignación su destino pues el dios inventado por los jerarcas los recibiría amoroso después de su muerte. No obstante, no conformes con eso, sabedores de que el miedo es uno de los más poderosos instrumentos de control y que, por el contrario, la risa, la alegría, liberan la mente haciéndola más eficiente en la dilucidación de lo que se escucha o se lee, se encargaron de castigar toda fuente natural de placer, transformándola en pecado mortal y, por ende, punible.
Lamentablemente, el pasar de los años no ha traído consigo grandes cambios en los métodos de control de la conciencia de sociedades enteras, sometidas no solo al constante influjo desde el púlpito, de aquellos que en nombre de “dios” se han encargado de mantener en la infancia política a amplios sectores sociales, sino al incesante bombardeo de los que han transformado la comunicación mediática en un complemento funesto de este amaestramiento o lavado de cerebro iniciado desde el sistema escolar más elemental.
Seguimos constatando cómo aún persisten las inútiles monarquías oficiales y también la forma en que los sistemas republicanos han devenido en monarquías simuladas a través de sistemas partidarios amañados cuyas cúpulas se heredan el poder, mientras los que pagamos, los que producimos la riqueza, los que trabajamos, continuamos al margen, sin ninguna influencia o injerencia en las decisiones que han venido diseñando el entorno en el que se desarrolla nuestra cada vez más acotada existencia.
¿Con qué sentido de la realidad se le puede entonces recomendar, aconsejar, sugerir, eso si, con la sonrisa cómoda de los que detrás de una cámara disfrutan de un estatus privilegiado, a millones de gente sumida en la miseria más ofensiva, que sonría, se ría, porque la risa es un excelente remedio para el estrés, la enfermedad, etc…se olvida acaso que para poder reír o sonreír, no sólo es imprescindible tener motivos para hacerlo, sino contar con los satisfactores esenciales para la existencia misma…en otras palabras, se podrá, con la más elemental lógica, esperar que alguien que está muriéndose de hambre o de una enfermedad no atendida, se ría o siquiera se sonría? ¿Es acaso esperable que un ser humano que sufre intensamente, sienta el impulso de reír? Eso sólo ocurriría en casos de alguna disfunción mental…
Las luchas emancipadoras que desde tiempos inmemoriales, han protagonizado –y continúan haciéndolo– esclavos, siervos, obreros, campesinos, empleados oprimidos y explotados, no son otra cosa que el resultado de la muy humana, genuina y legítima aspiración de ganarnos la posibilidad de construir las circunstancias idóneas para que cada quien, de acuerdo con sus propios talentos y capacidades, encuentre el camino para lograr la felicidad mediante el progreso material que lleva aparejado el crecimiento intelectual/espiritual.
Es indudable, pienso, que una vez establecidas las circunstancias favorables arriba mencionadas, surgirán sociedades y naciones que legítimamente –y no solo en apariencia—se puedan considerar de primer mundo.
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*Nacida el 2 de febrero de 1905 en San Petersburgo la filósofa y escritora estadounidense (de origen ruso) Alissa Zinovievna Rosenbaum, más conocida en el mundo de las letras bajo el seudónimo de Ayn Rand, y falleció en marzo de 1982 en New York .
Los principios lo son todo, los hombres no. Benito Juárez
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Patricia Barba Avila
Titular del programa Desde la raíz transmitido por Radio La Nueva República los lunes de 22 a 24 hrs y los miercoles de 21 a 22 hrs (hora del Centro)
Miembro del Tribunal Internacional de Conciencia (TIC) – Foro Social Mundial (FSM)

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