El Gigante de Paruro y el Feudalismo Agrario
El Gigante de Paruro y el Feudalismo Agrario
Casi todos conocemos la magistral foto de Martín Chambidenominada "El gigante de Paruro" (1929), donde el gran fotógrafo cusqueño retrata a un inmenso campesino de las alturas de Paruro en el Cusco.
Casi todos quienes conocemos la foto hemos admirado la imponencia del gigante indígena y hemos regresado imaginariamente a un pasado imperial donde los Incas y sus súbditos poblaban y gobernaban estos lares.
Quizás sea conveniente observar la foto desde otra perspectiva:
"Dejemos, en efecto, la gigantesca talla de lado y reparemos más bien en la vestimenta. Es visible por debajo del poncho, en la miserable indumentaria, en el calzón a modo de pantalón que le ciñe el muslo hasta las rodillas, un tipo de ropa remendada, andrajosa. Pero eso no es acaso lo esencial. Estos trajes de bayeta o de tejidos no salían de tiendas o grandes almacenes sino del telar familiar indígena. No es que estas prendas respondiesen al gusto indígena o a una suerte de apego a sus costumbres. La respuesta es otra. La feudalidad económica del Perú condenaba a una serie de campesinos a trabajar fuera de todo sistema de remuneración. Más claramente, al interior de sus haciendas, sus 'trabajadores' no recibían dinero. El aspecto miserable del gigante de Paruro nos revela la pobreza extrema, la de los sirvientes campesinos en las grandes haciendas en el servicio de pongaje. Una práctica que sólo se interrumpe en 1969. Y pensar que hay todavía quienes repiten que la reforma agraria fue un desastre y que en consecuencia, esa situación precapitalista de servilismo debería haberse perpetuado hasta nuestros días."
(Hugo Neira, Cuzco: tierra y muerte. Lima, 2008, Editorial herética. 105 páginas)
Casi todos quienes conocemos la foto hemos admirado la imponencia del gigante indígena y hemos regresado imaginariamente a un pasado imperial donde los Incas y sus súbditos poblaban y gobernaban estos lares.
Quizás sea conveniente observar la foto desde otra perspectiva:
"Dejemos, en efecto, la gigantesca talla de lado y reparemos más bien en la vestimenta. Es visible por debajo del poncho, en la miserable indumentaria, en el calzón a modo de pantalón que le ciñe el muslo hasta las rodillas, un tipo de ropa remendada, andrajosa. Pero eso no es acaso lo esencial. Estos trajes de bayeta o de tejidos no salían de tiendas o grandes almacenes sino del telar familiar indígena. No es que estas prendas respondiesen al gusto indígena o a una suerte de apego a sus costumbres. La respuesta es otra. La feudalidad económica del Perú condenaba a una serie de campesinos a trabajar fuera de todo sistema de remuneración. Más claramente, al interior de sus haciendas, sus 'trabajadores' no recibían dinero. El aspecto miserable del gigante de Paruro nos revela la pobreza extrema, la de los sirvientes campesinos en las grandes haciendas en el servicio de pongaje. Una práctica que sólo se interrumpe en 1969. Y pensar que hay todavía quienes repiten que la reforma agraria fue un desastre y que en consecuencia, esa situación precapitalista de servilismo debería haberse perpetuado hasta nuestros días."
(Hugo Neira, Cuzco: tierra y muerte. Lima, 2008, Editorial herética. 105 páginas)
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