EL PERÚ PROFUNDO Y EL 28 DE JULIO

JUAN JOSÉ VEGA:
EL PERÚ PROFUNDO Y EL 28 DE JULIO

El 28 de Julio de 1821 puede ser visto en dos formas. Una de ellas, desde Lima, analizando las fiestas de aquel día. La otra, la de cruenta guerra que se libraba en esas mismas fechas en distintos lados del resto del Perú, continuación de una contienda que tenía varios años ya y que seguiría sin tregua hasta 1824.
No sabemos si el porvenir reservará para el 28 de julio la misma trascendencia que hoy reviste esta efemérides. Tal vez la fecha conmemorativa patria se traslade en el futuro al 4 de noviembre o al 9 de diciembre. Días del inicio de la rebelión de Túpac Amaru y de la batalla de Ayacucho, respectivamente.
En cualquier caso, el 28 de julio sólo marca la atadura de lazos de San Martín con parte de la aristocracia limeña, esfera hasta entonces virreinalicia hasta la médula; y que, casi toda, volvió a serlo, peleando contra Bolívar algún tiempo después.
Esa nobleza oportunista, por cierto, nada tenía que ver con los valientes montoneros y siquiera con los círculos criollos de variados estamentos que venían batallando heroicamente o conspirando por la independencia en diversos sitios del Perú y aun América.
En realidad, el 28 de Julio de 1821 se efectuó un acto solemne pero carente de mayor trascendencia política y militar fuera de la capital y, lo que es peor, su solidez fue mínima y por eso se desintegraría con rapidez lo que allí se consiguió.
Porque el 28 de julio de 1821 fue una fiesta, no un alzamiento; un festejo, no una rebelión. Un desfile lujoso, no una carga victoriosa. Jornada fue de discursos, no de arengas. Fue un coro de campanas y cohetones, no de balas, cañonazos ni clarines.
Aquel día en Lima no corrió una gota de sangre, aún cuando en las cordilleras, en esas mismas horas, inclusive en lugares cercanos a la capital, proseguía, sin piedad, la guerra a muerte entre patriotas y virreinales.
La Historia Oficial -como siempre- ha sido ingrata con los que el resto del país siguieron en lucha, en tres frentes principales: la sierra de Lima; la costa sur y otras regiones del interrior del país.

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