El sistema imperial capitalista centrado en USA-UE-Israel es impune. Invade, asesina o perdona a su arbitrio

La agresión a Libia pone al descubierto algo más que una crisis económica
La siguiente reflexión de Manuel Freytas es una canción desesperada contra la matanza y el saqueo imperialista de Libia, pero sobre todo contra la estupidez y la perversión de las sociedades capitalistas, auténticas culpables de lo que está pasando no sólo en Libia, sino en el mundo entero; culpables de la mayor crisis identitaria que el género humano haya padecido a lo largo de su historia. El sistema capitalista nos ha hecho perder toda nuestra esencia humana y nos ha convertido en autómatas sin sentimientos, esto ha precipitado el actual estado de barbarie. Sólo hay una salida: acabar con el capitalismo antes de que este acabe con nosotros; se trata de volver a ser humanos y dejar de ser zombis; se trata de volver a la vida. (Antimperialista)
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La lección de Libia: A un zombie sólo lo puede matar otro zombie.
(Fuente: IARnoticias)
El ataque militar a Libia prueba algo indiscutible: El sistema  imperial capitalista centralizado en el eje USA-UE-Israel es impune. Y está solo. No tiene enemigo estratégico. Puede invadir, matar o perdonar, a su arbitrio.
El aparato de la prensa mundial y sus analistas mercenarios les pertenece y está a su entero servicio, las 24 horas del día.
La sociedad mundial, en sus distintos niveles sociales, está alienada y sólo repite eslóganes mediáticos manipuladores.
Los gobiernos mundiales (salvo unos pocos como Venezuela y Cuba) son meras sucursales gerenciales de las potencias centrales y de sus corporaciones trasnacionales que han convertido al planeta en un gran mercado sin fronteras.
La izquierda se ha convertido en un  mosaico incoherente de fundamentalistas ideologizados y sin capacidad de análisis estratégico que sólo recitan consignas de la “guerra de izquierda contra derecha”, integrados al sistema.
EEUU y las potencias (como queda una vez más demostrado con Libia) puede masacrar población civil desde el aire y borrar un país entero a misilazos, sin que a nadie se le mueva un pelo.
La indiferencia y la enajenación colectiva es el mayor triunfo del sistema.
Hacemos un minuto de silencio por los muertos. Por los que están muriendo en Libia, y por los que van  a seguir muriendo, masivamente, por hambre o por misiles, para seguir alimentado rentabilidad capitalista irracional y asesina a escala mundial.
Hacemos un minuto de silencio por el planeta, por nuestra hermana naturaleza, y por la inteligencia humana que también fue destruida a misilazos de pantalla televisiva. Humanidad kaput.
El capitalismo convirtió al ser humano vivo en una terminal robotizada de la sociedad de consumo capitalista.
El sistema camina solo, como un zombie, y mata por inercia. Y los vivos que aún resisten son aislados, demonizados, y ejecutados, a misilazos o a pantallazos televisivos, bajo el cargo de pertenecer al “eje del mal”.
Y la humanidad, convertida en un microchip parlante del sistema imperial, aplaude gozosa las “rebeliones” de la CIA y la caída de los “dictadores” en los países atestados de petróleo por conquistar.
Ya no hay lógica ni sentido común. Todo perdió legitimidad y razón de ser. Mientras el imperio asesina masivamente en Libia, Irak, Afganistán, o allí donde haya mercados y petróleo por conquistar, la sociedad mundial alienada consume productos, diversión, ídolos faranduleros y presidentes de Estados capitalistas fabricados y clonados como la oveja Dolly.
Y parece que a un zombie sólo lo puede matar otro zombie.
Al sistema capitalista solo lo pueden matar su propias contradicciones. Sus propias divisiones y guerras internas por el control del poder y de los recursos estratégicos esenciales que se extinguen en un planeta destruido y depredado por la voracidad de la rentabilidad bancaria y comercial.
En Libia el sistema tocó fondo. La decadencia y la irracionalidad de las potencias dominantes se muestra en todo su esplendor. En vivo y en directo.  La variable de ajuste es el petróleo. El show lo ponen las bombas y misiles de última generación, la muerte y el sufrimiento corre por cuenta del pueblo libio.
La CIA divide, el Pentágono extermina, La ONU santifica. Las potencias centrales acompañan. Pero solo acompañan al ganador.
Un escenario que se repite hasta el cansancio en los pueblos pobres que nadan en petróleo y en riquezas naturales. En Asia, Africa y Medio Oriente, la “solución final” siempre es la conquista de mercados con asesinato en masa de población sobrante.
Los zombies mueren matando. Y mueren matando a seres que estaban vivos. Y cuando las bombas no surten efecto, como en Libia, comienza la diáspora y los enfrentamientos internos para quedarse con algún pedazo del botín de guerra antes de que desparezca.
EEUU se cortó solo con sus dos socios sionistas en la conquista del petróleo libio.
Pasaron 72 horas del inicio del ataque y Kadafi sigue en pie. La sociedad imperial comienza a resquebrajarse. Los intereses de sector priman sobre la unidad. La OTAN mira para un lado, y el Pentágono para otro. No hay acuerdos sobre la táctica, la estrategia y la línea de comando a seguir.
La muerte masiva del pueblo libio comienza a convertirse en rutina, en un statu quo dramático, y los reproches y las diferencias internas en el bloque imperial siembran de dudas y de incertidumbre a los “escenarios posibles” que se avecinan como resultante.
Y nuestro propio título sintetiza el cuadro de situación: Bombardeos masivos: Ahora el tiempo y los muertos juegan para Kadafi.
Lo adelantamos, y así está sucediendo. Los muertos y el tiempo ya están jugando para Kadafi. Los zombies, comienzan de devorarse entre sí. Más cadavéricos, que los propios cadáveres de hombres, mujeres y niños inocentes que van sembrando sus misiles en Libia.
¿Y qué va a pasar? ¿Cómo sigue la masacre petrolera disfrazada de “misión humanitaria?
La respuesta es sencilla: Los zombies van por el petróleo. Las alternativas son varias, y Dios proveerá la próxima movida.
Y nosotros, como siempre, la contaremos antes de que suceda.

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