REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)
REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA APU INCA HUAYNA CÁPAC (1742-1752)
Orígenes
Nadie a ciencia cierta sabe si Juan Santos Atahualpa era indio o mestizo, lo que si está demostrado es que era quechuahablante, pues cuando el virrey Superunda envió a dos jesuitas para entrevistarlo con el engaño de que habían sido enviados por el Papa, estos informaron que el líder hablaba “quichua”. Se dice que hablaba también el castellano, el latín y varios dialectos selváticos. Su vida es un misterio, parece ser que nació en 1712, no se sabe si en el Cusco, Huamanga o Cajamarca, aunque Amich dice que era cusqueño y sirviente de algún jesuita. Él estudió o trabajó en el colegio San Francisco de Borja del Cusco, colegio administrado por los jesuitas para curacas y sus descendientes de Cusco, Huamanga y Arequipa. Precisamente esta cercana relación con los jesuitas le permitió viajar a España, África (Angola), Inglaterra, Francia e Italia. Incluso sus más osados investigadores como Francisco Loayza dicen que la rebelión estaba relacionada con el apoyo de los ingleses, pues en el año en que esta se inició, fueron vistas en las costas del virreinato peruano cinco naves del vicealmirante inglés Jorge Anson.
"Un día llegó al Gran Pajonal , un quechua del Cusco que decía ser el Inca Atahualpa.Venía vestido de rojo y acompañado de un apostol llamado Bisabequi" (historiador: Pablo Macera) |
Prédica y accionar
Es muy probable que la predica del rebelde se haya iniciado entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahuallpa corriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de la sierra con los indios infieles”.(Francisco Loayza A. “Juan Santos, el invencible”,1942).Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas o asháninkas guiado por Bisabequi un curaca piro, radicándose en Simaqui-Quisopango(Pangoa), un territorio fuera del control político-militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos selváticos o “chunchos” como: piros, conibos, amueshas, yaneshas, asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos, y negros esclavos, cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios, que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas 32 misiones de trescientos habitantes cada una: en total unas nueve mil personas.
Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito, algunas fuentes sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros. Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes, llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos.
En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal (ya que en esta región se había descubierto grandes depósitos de sal, el historiador Orrego Penagos sostiene que uno de los móviles de esta rebelión fue la disputa por el control de la sal entre los grupos selváticos y los franciscanos); explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter antifranciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían verlo coronado en Lima.
Es interesante observar que le grupo selvático que más apoyó a Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en al localidad de Metraro, y quienes ejercían de modo exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona necesitaban.
Enterado el virrey Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, ”Marqués de Villagarcía” (1736-1745) de la rebelión, ordenó operaciones para apresar al rebelde:
Primera campaña (1742): El gobernador Benito de Troncoso comandando un grupo de realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango (set. 1742-oct. 1742), mientras que Pedro Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris (set. 1742-nov.1742).Troncoso estableció su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos iniciaba una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las tropas de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidados por los rebeldes a inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso que contó con el apoyo del curaca de Sonomoro (Bartolomé Quintimari) derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca Santabangori en Quisopango (cuartel general de los rebeldes). Ante la falta de información del ejército de Milla y temeroso de que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.
Segunda campaña (1743-1744): A fines de 1743, el rebelde decidió atacar “Quimiri”, lugar donde los españoles habían levantado un fuerte dejando en el mando al capitán Fabricio Bartolí. Juan Santos le propuso a Bartolí la rendición, pero al negarse, atacó el fuerte matando a sus defensores (1° de enero de 1744). Las tropas de Troncoso (300 españoles) salieron de Tarma, pero no pudieron reforzar a los sitiados pues los rebeldes habían cortado todos los puentes que permitían el acceso al fuerte, retornando desde Chanchamayo a Tarma. El fracaso de la ofensiva realista obligó al rey español al reemplazo del virrey Marqués de Villagarcía por el virrey Antonio Manso de Velasco(1745-1761), llamado después Conde de Superunda ( “Conde sobre las olas”) por el terremoto y tsunami que afectó Callao y Lima en 1746.
Tercera campaña (marzo de1746): En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba, dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas, golpes de mano y un mejor conocimiento del terreno, pudieran diezmar a los realistas. Las tropas realistas enviadas por el virrey Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se enfrentaron con los rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.
Cuarta campaña (verano de 1750): Debido al fracaso de las expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le dio permiso para evangelizar, pero luego lo expulsaron por su proselitismo antirebelde. Entonces los españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el verano de 1750 los españoles logran recuperar Quimiri, mientras que el capitán realista Espinal ocupa la región de Eneno. Ya por entonces Juan Santos se había replegado atacando a los españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir muchas bajas se regresaron a Jauja.
Contraofensiva de Juan Santos Atahualpa (1751-1752): El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o Pangor (reducto realista), que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 (¿agosto?), el caudillo inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse de la cercanía de tropas virreinales salidas de Jauja se replegó hasta Sonomoro. Con esta acción ofensiva de Andamarca dicen los historiadores concluyó la contraofensiva del caudillo. En 1756 un destacamento realista al mando de Pablo Sáenz de Bustamante penetró en Quimiri, pero ya entonces no se tenían noticias del rebelde, optando los españoles por una nueva estrategia defensiva consistente en convertir a Jauja y a Tarma en bastiones militares para evitar que el movimiento influyera en una zona articulada con la capital y comprometiese el abastecimiento de alimentos a Lima.
Una de las primeras medidas de los rebeldes liderados por Juan Santos Atahualpa fue expulsar a los franciscanos de la selva central. |
¿Qué pasó con Juan Santos Atahualpa?
La misteriosa desaparición de Juan Santos después de 1752 provocó una serie de rumores populares acerca de una inminente liberación o de una invasión suya al corazón del poder colonial. En Cajamarca en 1753 y en la sierra central en 1756 se difundieron informaciones de la llegada del rebelde y de comunicaciones secretas entre las comunidades y la rebelión. Sin embargo, nunca se volvió a ver a Juan Santos. Aunque algunos dicen que fue envenenado o que murió de vejez, lo concreto parece ser que después de la toma de Andamarca, el movimiento se diluyó muriendo el jefe rebelde en un enfrentamiento contra un curaca local en Metraro, alrededor de 1756.
Objetivo y balance del levantamiento
Aunque la historia tradicional presenta la rebelión de Juan Santos como una rebelión milenarista(en su propuesta de cambio del cosmos) y mesiánica(el líder como salvador mítico y reorganizador del mundo), los últimos trabajos sobre el tema señalan un movimiento político insurreccional que optó por una lucha armada orientada fundamentalmente a la defensa de la selva como espacio económico y político que a la extensión del movimiento a otros espacios geográficos como las partes altas de la sierra. Santa María dice que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas selváticas del yugo de las reducciones obligados por los franciscanos (entrega de fuerza de trabajo), de los repartos de mercadería inservible por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. El mismo autor aceptando el carácter multiétnico de la rebelión sostiene que la adhesión de los grupos no selváticos(blancos, mestizos y en menor medida negros), fue porque estos estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha área crearía bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial, pues los rebeldes de una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio con pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso del comercio de las hojas de coca.
Entendemos que el movimiento no fracasó, pues militarmente aplicó una estrategia adecuada para el terreno del monte: la guerra de guerrillas, y la toma efímera de algunas ciudades. Las tropas realistas, vistas hasta ese momento como invencibles, no pudieron derrotar a los rebeldes. Esto causó alarma en la administración virreinal como lo demuestra la militarización de Jauja y Tarma, estrategia militar defensiva realista que lo único que buscaba era evitar la expansión del movimiento. Lo cierto es que las repercusiones del movimiento fueron muchas más amplias que sus victorias militares. Políticamente la rebelión también fue exitosa, pues a pesar de que un grupo de historiadores sostiene que fracasó porque no se extendió y articuló a la sierra donde existían grupos sociales explotados por el régimen colonial, el objetivo de la rebelión no era ese, sino crear una zona geográfica, política y económica libre del control estatal español, objetivo que se logró, pues hasta muchas décadas después dicho territorio no pudo ser controlado por los gobiernos de turno, estableciéndose a lo mucho, pequeños grupos de colonos foráneos.
Comentarios
Publicar un comentario