Colombia: Una biblioteca tallada en piedra



Colombia: Una biblioteca tallada en piedra

Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1995, el tesoro arqueológico de San Agustín abarca más de 500 estatuas que cada mes atraen 8.000 turistas de todo el mundo.

Por Juan Carlos Rocha para Infosurhoy.com – 07/05/2013

SAN AUGUSTÍN, Colombia – Hace unos 1.000 años, entre las montañas agrestes y exuberantes donde nacen los ríos más importantes de Colombia, una cultura de la que ni siquiera se conoce su nombre esculpió centenares de piedras, que enterraron junto a sus muertos y permanecieron ocultas durante siglos.
El tesoro arqueológico de San Agustín, cuyo nombre se debe a al pueblo de mayor proximidad, ubicado a unos cuatro km del epicentro de los hallazgos, abarca más de 500 estatuas encontradas a lo largo del Macizo Colombiano, y constituye el mayor conjunto escultórico megalítico de la Sudamérica precolombina. El sitio fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1995.
“Es una enorme biblioteca tallada en piedra, que encierra la cosmovisión de un pueblo profundamente espiritual que se desarrolló en parajes de una belleza asombrosa”, afirma el arqueólogo norteamericano David Dellenback, quien persigue el misterio de los monumentos desde hace 40 años.
Dellenback, que emprendió un viaje por tierra y sin límite de tiempo hacia el sur del continente en la década de los 60s, conoció las pirámides de las culturas maya y azteca, la inmensa nación inca, construida en roca sobre cientos de kilómetros en los Andes Centrales, y los primeros vestigios de las civilizaciones andinas en el lago Titicaca.
Sin embargo, el pueblo escultor lo cautivó y San Agustín se convirtió en su hogar.
La fascinación por las esculturas lo ha llevado a recorrer caminos impensados, la mayoría entre montañas ondulantes, cascadas prominentes y arroyuelos que descienden del Macizo Colombiano – un imponente nudo montañoso en la cordillera de los Andes – hasta el río Magdalena, que se extiende por 1.540 km y desemboca en el mar Caribe.
Todas las estatuas que se han registrado son distintas y es posible que muchas permanezcan aun enterradas entre los bosques y cañones de la región.
Dellenback ha dibujado las 470 estatuas que conoció personalmente. La mayoría de los dibujos fueron publicados en un catálogo de 1.000 páginas del cual sólo existen 20 copias.
Él mismo lo repartió en las bibliotecas de las universidades más importantes de Estados Unidos en el campo de la arqueología y en la biblioteca Luis Ángel Arango, de Bogotá.
“[El trabajo del pueblo escultor] refleja un profundo respeto y veneración por la muerte, lo que implica también un profundo respeto por la vida, algo tan importante para un país que se debate en la violencia desde hace tanto tiempo”, comenta el arqueólogo Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
El pueblo escultor
Cada investigador que ha pasado por San Agustín durante los últimos 150 años ha puesto piezas al intrincado rompecabezas sobre la historia del pueblo escultor.
Un fogón encontrado en el Alto del Lavapatas sometido a pruebas de carbono 14 señala que la región ya era habitada en el año 3300 a.C.
Estudios similares afirman que los monumentos fueron realizados entre el año 200 y 800 d.C., durante el período de esplendor del pueblo escultor, que desapareció antes de la llegada de los españoles sin dejar evidencias de las posibles causas.
“Existen indicios de que este pueblo pudo emigrar hacia el Amazonas, y queremos hacer nuevas excavaciones buscando su huella”, dice Sanabria.
A pesar del evidente desarrollo escultórico en piedra, no existen vestigios del uso de este material en la arquitectura. Las viviendas y templos ceremoniales fueron construidos con materiales perecederos, como madera, tierra y paja, en forma circular y de pequeñas dimensiones.
Las estatuas son todas de una sola pieza a pesar de su peso, que en muchos casos alcanza varias toneladas, y la mayoría fueron esculpidas en piedras volcánicas que debieron encontrar varios metros bajo la tierra o en lo profundo de los cañones. Las tallaban con otras rocas de mayor consistencia. No se han encontrado vestigios de instrumentos de metal.
El misterio desenterrado
En la época de la conquista los españoles pasaron de largo por el Macizo Colombiano sin fijarse en las estatuas, enceguecidos por la promesa de oro de El Dorado, una leyenda sobre grandes tesoros de oro que se decía se escondían más al norte
En 1757, en un viaje entre Putumayo y Santafé, hoy Bogotá, fray Juan de San Gertrudis siguió los rumores acerca de los monumentos y encontró “cinco casas de indios” y decenas de piedras talladas, que describió en su diario sin ocultar su asombro: “Son obras del demonio. Los indios no tenían fierro ni instrumentos para fabricar semejante cosa”.
Como no había oro en la región donde hoy es San Agustín, los nuevos visitantes tardaron en llegar.
En 1808, Francisco José de Caldas publicó la primera noticia sobre las estatuas en el periódico Semanario del Nuevo Reino de Granada.
En 1857, el geógrafo Agustín Codazzi, durante sus exploraciones para descubrir el nacimiento del río Magdalena, hizo la primera descripción detallada de las estatuas. El trabajo depertó la curiosidad de varios arqueólogos europeos, entre ellos el alemán Konrad Th. Preuss, director del Museo Etnológico de Berlín.
Preuss visitó la región durante tres meses, entre 1913 y 1914. Él llevó consigo 36 estatuas y cientos de piezas más, que fueron exhibidas en la primavera de 1923 en el patio del antiguo Museo de Artes y Oficios de Berlín.
Las piezas fueron comparadas con los célebres tesoros de Tutankamón, encontrados un año antes en Egipto, dijo Sanabria.
El reconocimiento internacional motivó al gobierno colombiano a constituir el Parque Arqueológico Nacional en 1935 y a apoyar los trabajos de investigación en la región.
Desde 1943 y durante cuatro décadas de arduo trabajo, centenares de tumbas fueron abiertas, reconstruidas y preservadas en las inmediaciones de los municipios de San Agustín e Isnos, bajo la guía del arqueólogo colombiano Luis Duque Gómez y con la colaboración de otros estudiosos y cientos de campesinos.
Desde entonces miles de curiosos y expertos han visitado la región, atraídos por las figuras enigmáticas y el asombroso paisaje. En el último año, el Parque Arqueológico de San Agustín ha recibido de todo el mundo un promedio de 8.000 turistas al mes.
¿Cómo llegar?
San Agustín está ubicado 520 km al sur de Bogotá, en el departamento del Huila. La carretera está en buenas condiciones y es de una belleza paisajística admirable.
En la ruta se encuentran el desierto de La Tatacoa – uno de los mejores observatorios astronômicos de Colombia –, las aguas termales de Rivera y varios miradores junto al valle del río Magdalena.

San Agustín cuenta con hoteles para todos los gustos y presupuestos y agencias de turismo que organizan excursiones a caballo entre los sitios arqueológicos y los atractivos naturales, además de opciones de turismo de aventura.

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