MOVILIDAD DE PUEBLOS INDÍGENAS
MOVILIDAD DE PUEBLOS INDÍGENAS
A pesar de su larga historia e importancia dentro de los movimientos migratorios internacionales, la movilidad de los pueblos indígenas ha recibido muy poca atención en los discursos e investigaciones sobre el tema en América Latina. Estas migraciones implican una concepción territorial que considera el lugar como el espacio de prácticas culturales que han existido desde los siglos anteriores a la delimitación de las fronteras estatales. Para los migrantes indígenas los territorios ancestrales tienen un doble significado: por una parte sirven como factor de "anclaje" cultural y étnico, y por otra como factor de expulsión, debido al empobrecimiento y a la creciente presión sobre sus tierras y recursos. Los movimientos migratorios indígenas son fuertemente condicionados por ambas dimensiones.
Para prestar atención a las características específicas de estos movimientos, es apropiado emplear la expresión "movilidad territorial ancestral de los pueblos indígenas", que los distingue cualitativamente de otros flujos de migrantes internacionales dentro de la misma región. Con ello se reconoce que gran parte de la movilidad de los pueblos indígenas, si bien traspasa las fronteras jurisdiccionales internacionales, se realiza dentro de las fronteras étnicoculturales de estos territorios o se dirige hacia ciudades cercanas a los territorios ancestrales. De hecho, uno de los rasgos más sobresalientes de la migración indígena es su carácter de migración fronteriza.
Ello explica que hoy existan varios grupos étnicos y pueblos indígenas binacionales e, incluso, trinacionales, que han seguido manteniendo lazos culturales y de parentesco. Reconociendo esa realidad, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) otorga una protección especial a los pueblos indígenas de frontera, e insta a los gobiernos a "tomar medidas apropiadas, incluso por medio de acuerdos internacionales para facilitar los contactos y la cooperación entre los pueblos indígenas y tribales a través de las fronteras, incluidas las actividades en las esferas económica, social, cultural, espiritual y del medio ambiente" (artículo 32).
A pesar de su larga historia e importancia dentro de los movimientos migratorios internacionales, la movilidad de los pueblos indígenas ha recibido muy poca atención en los discursos e investigaciones sobre el tema en América Latina. Estas migraciones implican una concepción territorial que considera el lugar como el espacio de prácticas culturales que han existido desde los siglos anteriores a la delimitación de las fronteras estatales. Para los migrantes indígenas los territorios ancestrales tienen un doble significado: por una parte sirven como factor de "anclaje" cultural y étnico, y por otra como factor de expulsión, debido al empobrecimiento y a la creciente presión sobre sus tierras y recursos. Los movimientos migratorios indígenas son fuertemente condicionados por ambas dimensiones.
Para prestar atención a las características específicas de estos movimientos, es apropiado emplear la expresión "movilidad territorial ancestral de los pueblos indígenas", que los distingue cualitativamente de otros flujos de migrantes internacionales dentro de la misma región. Con ello se reconoce que gran parte de la movilidad de los pueblos indígenas, si bien traspasa las fronteras jurisdiccionales internacionales, se realiza dentro de las fronteras étnicoculturales de estos territorios o se dirige hacia ciudades cercanas a los territorios ancestrales. De hecho, uno de los rasgos más sobresalientes de la migración indígena es su carácter de migración fronteriza.
Ello explica que hoy existan varios grupos étnicos y pueblos indígenas binacionales e, incluso, trinacionales, que han seguido manteniendo lazos culturales y de parentesco. Reconociendo esa realidad, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) otorga una protección especial a los pueblos indígenas de frontera, e insta a los gobiernos a "tomar medidas apropiadas, incluso por medio de acuerdos internacionales para facilitar los contactos y la cooperación entre los pueblos indígenas y tribales a través de las fronteras, incluidas las actividades en las esferas económica, social, cultural, espiritual y del medio ambiente" (artículo 32).
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